Visita al INTI suizo

Por Andrés Kreiner
para Pagina 12
Publicado el 12 de febrero de 2018


Por unos días estamos visitando Suiza, específicamente el Instituto EMPA en Zürich, interactuando con colegas y contando algunos de los trabajos que hacemos en la Argentina.

Primero recordemos algunos datos de Suiza, o como también se denomina, la Confederación Helvética. El germen de esta estructura política se gestó allá por el año 1291 con la firma de un documento fundacional de unión. Data de aquella época, 1308, el personaje mítico, el ballestero Guillermo Tell, quien desafió a la dominación absolutista de los Habsburgo. Los “compañeros de juramento” (“Eidgenossen”) de varias regiones, los actuales cantones, y lenguas, alemán, francés, italiano y retorromano, se unieron y conformaron la Confederación.

Este es el país que eligió Einstein para vivir, estudiar y trabajar. Se alejó de la, en aquel entonces, autoritaria y militarista sociedad alemana, para solicitar la ciudadanía suiza.

Suiza es mucho más que el chocolate y los relojes, que son todo un símbolo de la precisión y la puntualidad con la que se maneja esta sociedad. Hoy es un país moderno con una de las democracias participativas, directas, más desa- rrolladas con un alto nivel de autonomía local y regional. El referendo y la consulta popular son herramientas usuales para decidir todo tipo de cuestiones que afectan a la sociedad suiza. El último censo arroja una población de 8,4 millones de habitantes, aproximadamente un quinto de la población de nuestro país.

La superficie de Suiza es de 41.285 km2 y buena parte pertenece a los Alpes y a los grandes lagos. La superficie solo continental de nuestro país es de 2.780.400 km2, esto es 67,3 veces más grande que Suiza. Y el factor sube a casi 90 si se descuenta el 25 por ciento de superficie inhabitable de Suiza.

El PBI per cápita nominal de Suiza es 5,5 veces el de nuestro país (78.245 dólares versus 14.267) y si se lo corrige por el poder de compra es de casi 3 veces (61.014 dólares versus 20.707).

Suiza invierte un 6 por ciento de su PBI en Educación. La participación pública en las actividades de educación a todo nivel es del 95 por ciento (es decir la educación privada es de solo un 5 por ciento). Las universidades son esencialmente gratuitas (salvo algunos costos administrativos) y de alta calidad.

La sociedad suiza invierte algo más del 3 por ciento de su PBI en Ciencia y Tecnología, uno de los guarismos más altos a nivel global. Buena parte de su bienestar y riqueza descansan en la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación. Con estos datos Suiza se sitúa en la parte superior derecha de la curva que correlaciona el PBI per cápita con el porcentaje del PBI de inversión en CyT (ver PáginaI12 del 4-11-2016), en la que se ubican los países más desarrollados del planeta.

Pero no solo eso. Suiza es un productor de alimentos de altísima calidad y se autoabastece en muchísimos rubros, al igual que la mayor parte de la Unión Europea. Y Europa protege a su producción agropecuaria, como pudo constatar el gobierno argentino hace muy poco tiempo. No hay complementariedad entre las dos economías. Los suizos en particular son grandes defensores de su producción de todo tipo. El logotipo “Swiss made” aparece por todos lados. Este es claramente el ejemplo a seguir. Los hoteles, por ejemplo, se enorgullecen de ofrecer a sus huéspedes productos ecológicos. Leche y lácteos que provienen de vacas alimentadas por pasto en el verano y paja en el invierno, nunca con alimento artificial, con un contenido de omega-3 que duplica el de animales alimentados con raciones. Algo similar pasa con el pan, los huevos, el jamón y las mermeladas.

En 2016 Suiza alcanzó el segundo lugar en el ranking mundial de desarrollo humano.

Vayamos ahora al EMPA, originalmente la organización suiza para el testeo y prueba de materiales para la industria, la  construcción y la fabricación, es la institución más importante de la Confederación Helvética en Ciencia y Tecnología de los Materiales y hoy día con un centro de gravedad en temas interdisciplinarios que relacionan los materiales con el medio ambiente y la salud, entre muchos otros. Tiene más de 125 años de existencia. Actualmente su visión se define como “Materiales y tecnologías para un futuro sustentable”. Su presupuesto de 2016 fue de 207 millones de dólares. Su dirección está a cargo de un cuerpo colegiado de siete miembros, todos científicos y tecnólogos. El director, que preside este cuerpo, es el Prof. Dr. Gian-Luca Bona, Profesor de ETH Zürich y de la ETH Lausanne (ETH se puede traducir como Universidad Técnica Nacional). En la ETH Zürich estudió y enseñó Einstein y es una de las instituciones de educación superior más prestigiosas del mundo. Las áreas en la cuales el Prof. Bona es experto son la fotónica, la física de superficies y la nanotecnología. La dirección de estas instituciones se confía en el mundo desarrollado a expertos en alguna de las áreas de trabajo de las mismas. No hay lugar para la improvisación. El conocimiento y la experiencia son una condición sine qua non.

En muchos aspectos, EMPA es la institución análoga de nuestro Instituto Nacional de Tecnología Industrial, INTI. Solo que nuestro INTI debe atender a un país con cinco veces más habitantes y con una extensión territorial 90 veces más grande y con grandes necesidades de expansión de las actividades tecnológicas e industriales. El presupuesto aprobado por nuestro Congreso para 2018 es de aproximadamente 120 millones de dólares al cambio actual. El INTI es un organismo descentralizado que resulta clave en la promoción del desarrollo industrial de nuestro país. Su capacidad y experiencia en el asesoramiento a pymes nacionales, en el mantenimiento de patrones de medición y estandarización, en la implementación de ensayos y el desarrollo de métodos de control de calidad a escala industrial son reconocidos en nuestro país y en el mundo. Además el INTI realiza investigación aplicada en distintas áreas que incluyen las ciencias de materiales, nanotecnología y biotecnología, entre otras. 

En estos días asistimos al ataque al INTI y a su personal, que debería ser cuidado y protegido como parte del patrimonio científico y tecnológico del país. Las actuales autoridades, presididas por un director designado por el Gobierno del Presidente Macri que no posee experiencia alguna en investigación y en la dirección de un organismo de ciencia y técnica, han anunciado el despido de más de 250 trabajadores y trabajadoras del organismo. Muchos de los despedidos cuentan con una dilatada y fructífera carrera en la institución. 

Estos despidos ocurren mientras el Gobierno rediseña el organismo para dejar en manos de laboratorios privados áreas claves de control que necesariamente deben estar en manos del Estado como es metrología y certificación de materiales.

La situación en el INTI se suma a la del Senasa, clave en el control de alimentos, el ajuste presupuestario realizado en Conicet, INTA y CNEA y la demora en la ejecución de proyectos tecnológicos nacionales en materia nuclear y satelital.

Todo ello demuestra que el gobierno ha abandonado el proyecto de construir un sistema de ciencia y tecnología que posicione a nuestro país en condiciones de competir en tecnología e innovación con los países desa- rrollados. 

* Investigador Superior CNEA-Conicet.

Fuente: pagina12.com.ar